Entonces les preguntó José cómo
estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa
bien? ¿Vive todavía?
El pasado 15 de
Octubre, tuve el privilegio de acompañar a mi abuelo materno en su cumpleaños,
lo que considero una gran bendición por parte del Señor y en especial por la
edad de mi señor padre.
Tenía alrededor de 30 días sin
poder visitarlo por motivos laborales y verlo en una fecha tan especial para él
fue muy gratificante, no solo para él, también para mí. Desde muy temprano, le
dije a mi esposa que llevaría a nuestro hijo Samuel para que felicitará al
abuelo, así que ya se podrán imaginar la ansiedad para salir del trabajo, por más
que intente, solo pude salir hasta las 19:30 hrs; aun así… Mi decisión era
verlo.
Mientras estuve en la reunión, lo
miraba fijamente mientras andaba, durante sus conversaciones con los visitantes
y mis recuerdos me hicieron sonreir hasta que volví al presente porque escuche
al Abuelo decir: -Toma, come y disfruta todo- y note que tomo un plato en el cual
coloco porciones considerables de todas las picadas que había servidas en la mesa, acción
que molestó a algunos presentes y que me llevo a recordar esa historia del Génesis,
en la que Jacob tenía un trato especial para su hijo José (No me comparo con él,
porque me haría falta demasiado) sin embargo me hizo reflexionar sobre el
efecto que tengo en la vida de mi Padre. Muchas veces, solo percibimos el
efecto que causan otras personas en nosotros pero, ¿qué pasa en ellas? Y pienso
que el efecto de los hijos en el corazón de sus padres los motiva a ser
mejores, a desear extender su tiempo en la tierra, porque eso es lo que siento
cuando veo jugar a mi hijo Samuel.
Quiero pedirte un favor muy
especial… No permitas que tus ocupaciones te roben el tesoro más valioso: El
tiempo junto a tus amados.
Todo tiene un tiempo perfecto y
el amor no es la excepción a esa regla de la vida. Vívelo y exprésalo porque el
tiempo que vives al lado de tus amados es único y el mayor de los privilegios.
